Ahora empiezo a comprender por qué somos del Real Madrid
- Pablo Martínez Juberías

- May 5, 2022
- 4 min read
Querido abuelo,
No te vas a creer lo que pasó anoche en el Bernabéu. Bueno, o sí. Tú sabías mejor que nadie lo que significa llevar ese escudo en el pecho, lo que es la afición de este club, lo impredecible y mística que es una noche en nuestro estadio, especialmente en Champions League.
No me dabas nunca una explicación de por qué este equipo es así de especial. Ahora sé la razón por la que no había una razón específica. No la hay, simplemente lo es. "Quédate con eso, y disfruta de ser madridista", me decías.
Ya de pequeño cuando me llevabas al campo podía empezar a oler un aroma distinto. Por la grandeza: la de un coliseo inmenso, la de unas vitrinas llenas de trofeos, pero sobre todo, por las pasiones que despierta en el aficionado. Ir al Bernabéu es felicidad. Coges tu bufanda, como bien me enseñaste, vas caminando al campo y a tu paso ves alegría, nervios, ilusión... Eso pasa en cualquier partido normal, pero ayer era diferente.
Tan diferente como lo fueron aquellas míticas remontadas entre los años 70, 80 y 90, las cuales no pude presenciar porque aún no había nacido, pero que tú en cambio pudiste disfrutar desde tu asiento. Me contaste la historia del Real Madrid y las anécdotas y vivencias desde tu perspectiva. Anderlecht, Borussia Monchengladbach, Inter de Milán, Celtic de Glasgow... Tantos equipos que pensaron que con la renta de la ida les serviría para eliminar a nuestro equipo.
Se equivocaban y se siguen equivocando. Aún no saben que horas antes de que empiece el partido miles de personas se agolpan en las calles de Madrid para alentar a su equipo, con más fe que los propios jugadores en conseguir la machada. Aún no saben que no sirve de nada jugar al fútbol como los ángeles en nuestro templo. Aún no saben que en los minutos finales contra el Real Madrid y con la afición volcada todo puede pasar.

No les culpo, yo he empezado a verlo este año. PSG, Chelsea y ahora Manchester City. Las tres eliminatorias calcadas, a cada cual más épica, pero ninguna como ésta. Los de Guardiola marcaron en el segundo minuto de la ida. Desde ahí hasta el 90 de la vuelta, el Real Madrid estuvo eliminado. De los 180 minutos reglamentarios, en 178 fue por debajo. ¿Quién explica eso? Nadie.
Pasar de estar literalmente muertos, eliminados, sin posibilidad de resurgir, a dar la vuelta a la situación como un calcetín, sin que el rival se dé cuenta. Los goles del Madrid en el Bernabéu son golpes inasimilables para el contrario, y a la vez, el inicio del apogeo local. Una efervescencia que ya no se diluye hasta el pitido final, una comunión entre aficionados y equipo imparable, La locura en todos sus sentidos.
Pero eso tú sí lo sabías. Después de más de 40 años yendo a ver a tu Madrid, cómo no ibas a saberlo... Ayer eché de menos ver la reacción y los silencios en cada ocasión clara del City y en las paradas de Courtois, las manos en la cara con la salvada milagrosa de Mendy, escuchar tus gritos en cada uno de los acercamientos que tuvimos y, por encima de todo, celebrar los goles de Rodrygo para llegar a la prórroga. En el de Benzemá aparecerían sonrisas obvias, pero los abrazos que nos hubiéramos dado previamente al penalti son de los que ahora daría todo lo que tengo por volver a sentirlos.
Más allá del resultado, sé que hoy estaríamos hablando del partido largo y tendido, y me harías referencia a otros dos jugadores, diciendo que son el ejemplo de cómo tiene que ser cualquier deportista que lleve esa camiseta. El primero, Nacho. Un canterano al que siempre se le considerará el eterno suplente pero que siente esos colores como nosotros. Ahora capitán y siempre que se le ha requerido esta temporada ha estado a gran nivel, pero nada comparable al de ayer. Y el otro es Camavinga. Calidad, ganas, esfuerzo y pundonor. Todo lo que le puedes pedir a un jugador del Real Madrid que encima no ha cumplido la veintena todavía.
Y yo te hubiera dicho que hay otra figura fundamental: Carlo Ancelotti. No es el entrenador que prepare mejor los partidos, que trabaje tácticas y planteamientos como un erudito del juego; sin embargo, hay dos factores que le han hecho triunfar en este final de temporada y por supuesto anoche. Durante el año se le ha criticado que había jugadores que no rotaban casi nunca y que por lo tanto muchos otros siempre se quedaban en el banquillo sin participar. Ayer jugaron hasta 17 jugadores blancos, y todos rindiendo, sin tener en cuenta que un titular indiscutible como Alaba no pudo ser de la partida por lesión, una institución como Marcelo no entró en sus planes o que apenas cuenta con los llamados a ser estrellas: Hazard, Bale o Isco.

Ha confeccionado una plantilla de élite de un proyecto que a principio de temporada parecía que le faltaba una pata, por la no llegada de Mbappé. Todos enchufados y unidos por conseguir los objetivos, más allá de lo que estén participando; menos el golfista, que es un caso aparte. Mérito del italiano, como también lo tuvo en los cambios. Piernas por calidad, juventud por galones. Hay que tenerlos bien puestos para quitar a Modric y Kross, sala de máquinas y creadores de genialidades constantes, para poner a cualquier suplente cuando tienes que remontar con dos goles. Pues además de acertar en que las sustituciones le darían más vigor al equipo, los que salieron fueron los artífices de la heroicidad.
Mi análisis es que Carletto pensó en la prórroga incluso sin saber si llegarían. Con 1-0 abajo y margen de dos tantos abajo planteó la siguiente situación: "puede que no nos dé para empatar, pero si nos da, necesitamos piernas para otros treinta minutos". Y así fue, confió en la remontada con los chavales y el atrevimiento dio sus frutos.
Lo dicho, nos vamos a la final de París y todavía no sé cómo. Gracias por haberme hecho madridista y espero que podamos celebrar la decimocuarta. Tú tienes sitio privilegiado para ver el partido desde ahí arriba y yo espero conseguir entradas para vivirlo 'in situ', porque esto no me lo pierdo después de cómo ha sido el camino recorrido.
Un abrazo, de esos nuestros.
Hala Madrid






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