Conchita al rescate
- Pablo Martínez Juberías

- Feb 1, 2020
- 2 min read
Si nos hacen apostar por algún español metiéndose en la final del Abierto de Australia antes de su inicio, todos hubiéramos dicho sin pensar: Rafael Nadal Parera. Es una reacción automática a la que se le suma la inexistencia de más candidatos que puedan alcanzar tal hazaña, o eso pensábamos. El dinero lo perdimos cuando el manacorí no pudo con Dominic Thiem en los cuartos de final. A veces hasta los infalibles tienen algún tropiezo, como Rafa, y los que acostumbran a fallar dan campanadas.
Garbiñe Muguruza, perdida en combate desde aquel Wimbledon de 2017 y posterior nº 1 mundial, volvía a pelear por un título. Después de un 2019 catastrófico, con tan sólo una victoria en los últimos seis meses y prescindiendo de su entrenador de toda la vida, la hemos visto resurgir de sus cenizas. Y eso que empezó el torneo perdiendo el primer set de su estreno por 6-0, pero cuando todo hacía pensar que volvíamos a las andadas, sacó su mejor tenis. Por el camino se cargó a las nº 3, 5 y 10 del mundo, en un cuadro muy duro consecuencia del pésimo rendimiento que la arrastró fuera del top 30 del ranking.

De entre esos partidos rescato la semifinal contra Simona Halep. La rumana es con diferencia la tenista más regular, acabando los últimos seis años al menos entre las cuatro primeras del WTA. Teniendo en cuenta que el circuito de mujeres es una montaña rusa constante (para prueba, Garbiñe), la consistencia de Halep se hace plausible y su juego, temible. A esto le vamos a añadir que el jueves, día del encuentro, la temperatura en Melbourne era de 39º C. Hay una medición que se usa para estos casos de calor extremo. Si el aparato llega al grado 5, el partido se deja de jugar. El 4.9 no es calor suficiente, aparentemente, así que las dos tenistas se pasaron dos horas a la solana dando raquetazos.
Lamentablemente, la final no tuvo el desenlace deseado. Se puso de cara con el primer set, pero en los dos siguientes tocó ir a remolque de la joven estadounidense Sofía Kenin. Fue superior en el global, incomodó el juego de Garbiñe en todo momento y encontró en el revés paralelo su golpe letal con el que ganar su primer Grand Slam. Decepción en las caras del banquillo de la española, pero ¿por qué? Se ha perdido una final, pero se ha recuperado a una tenista. Se acabó el expediente X y tanto enfado o decepción cada vez que no pasaba de primera ronda. Me aventuro a predecir que a partir de ahora eso va a cambiar por un motivo: Conchita Martínez.
Se puso a los mandos de los entrenamientos en noviembre y ha cambiado radicalmente la mentalidad de una jugadora que vagaba en sus pensamientos. Estaba descentrada, sin rumbo, pero parece que la ex tenista y capitana de la Copa Federación le ha configurado un GPS con el que ha podido reubicarla para encontrar ese juego que lleva dentro. Todos sabemos que es de las mejores, hasta sus contrincantes lo confirman, sólo falta centrarse. Acaba de llamar a la puerta. Yo se la abro, y le digo: "Bienvenida, te estábamos esperando".






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