Humanos inhumanos
- Pablo Martínez Juberías

- Nov 25, 2019
- 3 min read
La sexta ensaladera ya está en casa. De hecho, no se movió de allí. Llevaba una semana en la Caja Mágica esperando a que la levantáramos. Bueno, no; a que la levantaran ellos, nuestros representantes, y desde ayer héroes.
Era un formato nuevo de Copa Davis que contenía la expectación de hasta los menos seguidores a este deporte. Es la nueva apuesta del tenis y la lleva a cabo un futbolista. Para bien o para mal, los resultados y el desarrollo del torneo interesan al espectador por la imagen que representa Piqué, aunque los que a mi realmente me interesan son los que cogen la raqueta.
Hemos sido el único equipo que ha puesto en pista a los cinco componentes del equipo. Han jugado todos, y todos han sido decisivos. Es una anécdota, más que nada, ya que la competición y sus circunstancias nos han ido llevando a rotar más de lo normal, pero ahí queda eso. No ha sido solo cuestión de uno, sino de un equipo, por mucho que el líder siempre sea el mismo.

No tiene debate. Rafa es un fuera de serie. En la pista ganó todo lo que jugó. Los individuales cuando necesitábamos empatar para forzar el dobles o hacer el segundo punto para cerrar la eliminatoria, y los dobles con la máxima tensión para poner el dos a uno. Lo hizo todo, arrolló a sus contrincantes, que nada pudieron hacer, ni siquiera cuando jugaban dos contra uno. Sí, Rafa a veces parecía que jugaba sólo en los dobles. Es algo injusto, porque tanto Granollers como Feliciano aportaron lo necesario para ganar esos puntos, pero Nadal estuvo tan por encima de ellos que hasta ellos mismos reconocieron que sin el número uno actual de la ATP no hubieran ganado.
Es tremendo. Nos cansamos de oír el tópico de “se agotan los calificativos con Rafa”. Y es cierto, no hay nada que quede por decir de él, pero es importante recalcarlo cada vez que este tío logra ponernos a todos a sus pies, por muy repetitivo que sea. Porque luego, fuera de la pista, también hizo que nos quitáramos el sombrero ante él. El valor humano de este hombre está muy por encima del resto. Ojo, que seguro que hay gente tan buena o mejor persona que él. Sin embargo, Nadal tiene mucha visibilidad a nivel global, y es el tipo perfecto en el que fijarse y aprender de sus valores.
En todo momento reconoció el esfuerzo y la ayuda de todos los integrantes del su equipo, siempre fue respetuoso con el rival hasta en el mismo momento en el que terminó el último punto y fue a saludar a todo el equipo canadiense, y demostró ser un amigo, de los que quedan pocos, con la persona que más lo necesitaba en este momento. Miles de abrazos a Roberto, palabras de agradecimiento, de admiración, de respeto, de humildad. Lágrimas de emoción al oír a su amigo hablar dirigiéndose a todo el público. Una mezcla de alegría por la victoria y de tristeza por el dolor por el que está pasando su compañero. Humanidad.

Y luego está él, Roberto Bautista. Me vais a perdonar, pero qué cojones los tuyos. Coraje, compostura, profesionalidad, y orgullo. Aún no me explico cómo pudiste hacerlo. A muchos se nos cae el mundo encima con la más mínima tontería, y tú tienes los santos bemoles de plantarte en medio de una pista de tenis a defender a tu país, a ayudar a tus compañeros que no están disponibles para jugar por lesión, en una final de un torneo después de la muerte de tu padre. Estaba claro que Rafa era el líder del grupo, pero esta semana tú has sido espiritualmente el que nos ha dado esta Davis. Creo que tanto tú como todo el equipo tenía una motivación extra de querer dedicarte a ti y a tu difunto padre el triunfo, pero la carga emocional subió un escalón más cuando todos vimos a un gladiador en la pista, con su armadura puesta como protección a todos los sentimientos internos, demostrar de que pasta está hecho cuando la guerra sigue.
Lloré como Rafa. Se me fue encogiendo el corazón cada vez más. Desde que volvimos a ver a Bautista en el banquillo español tras haber abandonado la concentración por motivos obvios hasta que levantasteis el trofeo. La emoción iba en aumento y tenía que salir de alguna manera. Yo se lo agradezco. A veces es bueno soltar un par de lágrimas, o un mar de ellas. Te deja en paz, te sientes humano. Pero para nada comparable a estos dos extraterrestres. Sois seres vivos, pero habéis hecho cosas de otro planeta.






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