Llega cierto día en el que los milagros se acaban
- Pablo Martínez Juberías

- Apr 28, 2022
- 4 min read
No se le puede reprochar nada a este Villarreal. Llegar a semifinales de la Champions League ya era un logro que pocos se habían imaginado posible e incluso un objetivo que no estaba en las quinielas del propio club. La ilusión por ver cómo David vuelve a vencer a Goliat y con ello la de plantarse en su segunda final europea en años consecutivos se desvanece.
Ya era impensable ganar a doble partido contra la Juventus, y más después de haber empatado en casa. Pues el submarino amarillo fue capaz de desplegar una actuación memorable en Turín para pasar a cuartos. Ahí le esperaba una de las bestias europeas por excelencia, aunque no en su mejor momento. El partido de ida en la Cerámica fue una oda al fútbol de los de Unai Emery, pero que se quedó corta en cuanto a lo ofrecido, y eso hacía temer lo peor para la vuelta en Múnich.
Asedio, presión ambiental, dominio total con ocasiones claras y jugadores de alto nivel enfrente que en cualquier momento podían crear cualquier virtuosidad. Lewandowski hizo lo propio con un gol marca de la casa y la insistencia bávara pudo acabar con las aspiraciones de los castellonenses. Sin embargo, otro milagro: el Bayern aflojó en los últimos diez minutos del encuentro y en una contra letal Chukwueze culminaba un pase histórico para el delirio de una esquinita amarilla en el Allianz Arena.
Como digo, acabar clasificándose entre los cuatro mejores clubes del continente con ese planteamiento de la vuelta es una moneda al aire. Te puede salir bien unas cuantas veces, pero ya sabemos el dicho del cántaro y la fuente... En Anfield se evidenció la tremenda superioridad de un Liverpool en su momento más óptimo de la temporada frente a un Villarreal ya mermado por el desgaste de la campaña y con la importantísima ausencia de Gerard Moreno.

Insisto en que poco más podía hacer Emery para frenar a los 'Reds', ya que lo normal es que sucumbiera, como así pasó en los cinco minutos fatídicos del inicio de la segunda parte. Demasiado aculado en área propia, sin poder apenas sobrepasar el medio campo por una impecable presión tras pérdida aplicada por los pupilos de Klopp y, para rematar, tres puñales en ataque que están diseñados para hacer daño en forma de desmarques, carreras, quiebros, desborde y goles.
Fue un milagro que sólo acabara 2-0 y sería un milagro que el Villarreal pudiera pasar a la final. La moraleja de todo esto es el título del artículo. Hay caducidad para las gestas, y es un buen aviso para el otro equipo español en la otra llave de semifinales.
Todos los aficionados al fútbol hemos quedado incrédulos y con las sucesivas proezas del Real Madrid para pasar de ronda frente a París Saint-Germain y Chelsea. Todos también alucinamos el pasado martes con el resultado de 4-3 en el Etihad cuando el equipo de Ancelotti parecía que estaba sobre la lona. Se reponía, pero volvía a estarlo, y así sucesivamente. Siempre debatiéndose entre la vida y la muerte.
Son muy llamativas estas resurrecciones propiciadas por desgracias ajenas o genialidades propias, pero algún día el desfibrilador deja de funcionar o el corazón dice basta. Enfrente está un equipo minuciosamente trabajado por un entrenador brillante, con mil variantes en la cabeza y un banquillo que da casi más miedo que los titulares. Puede que vuelva a salir cara y la magia del Bernabéu a la que tanto se está haciendo referencia este año aparezca de nuevo, pero no es lo ideal.

Tanto el Madrid como el Villarreal necesitan encontrar alternativas a la magia para seguir vivos o al menos morir con la intención de haber dado el máximo. En ambos partidos, los brotes verdes se vieron por las bandas, especialmente las izquierdas. El gol de Vinícius Jr. evidenció los espacios que hay a la espalda de la defensa 'citizen' cuando pierden el balón, y la entrada de Pedraza en la segunda parte dejó ver al submarino cómo era el área de Allison.
Además, ambos equipos recuperarán a hombres clave. Casemiro, quien liberará a Kroos de la faceta defensiva y dará el equilibrio que tanto le faltó al Madrid en la ida, y Gerard Moreno, la inteligencia y calidad en el apartado ofensivo del Villarreal, quien puede dar aire a sus compañeros aguantando el esférico y dando salidas para las contras.
También hay malas noticias para los españoles. Es probable que Walker, Cancelo o incluso los dos ya estén disponibles para la vuelta, lo cual supone más velocidad de la que aportaban Zinchenko, Stones o Fernandinho para poder frenar esos desmarques de los extremos. Y por el otro lado, de tan atrasado que estaba el Villarreal, apenas conseguía tener gente al remate para esas pocas oportunidades generadas, hasta el punto de siempre estar en inferioridad en número, con más camisetas rojas que amarillas en todas las partes del campo.
Será difícil, mucho, pero lo importante es ir con un plan sólido y ejecutarlo lo mejor que se pueda y lo mejor que te deje el rival. Planteamientos como el de Unai frente al Bayern o el de Carletto contra la Real Sociedad son lo que necesitan para llegar a la cima europea. Ya ha habido demasiados milagros, ahora toca intentar ser superiores.






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