Mamba
- Pablo Martínez Juberías

- Jan 27, 2020
- 7 min read
Updated: Jan 26, 2021
Estaba siendo un fin de semana magnífico. Dos medallas de oro y una de plata europeas en balonmano masculino y waterpolo, ambos masculino y femenino. Tres éxitos tremendos para el deporte español, superlativos e increíblemente meritorios teniendo en cuenta lo mucho que el fútbol tapa a estos deportes durante el resto del año. Lamentablemente, tales machadas hoy también van a quedar manchadas. Se empaña una felicidad inmensa con una tragedia. El mundo del baloncesto y del deporte llora desconsoladamente.
Su último tweet fue el sábado. LeBron James era noticia, e indirectamente él también. Con 33655 puntos, LeBron se convertía en el tercer máximo anotador de la historia de la NBA, sobrepasándole en esa clasificación. Con el respeto y la admiración que siempre ha lucido tanto hacia su adversario y amigo como hacia el resto de personas, le escribió una felicitación a través de las redes sociales subrayando el valor de la carrera de James y el impacto de su juego en el deporte que tanto amaba. La actual estrella de Los Ángeles Lakers, el equipo de su vida, también tuvo un gesto de gratitud. Llevó puestas unas zapatillas especiales, no sólo conmemorando ese gran momento histórico, sino haciendo referencia a la grandeza que para LeBron significa llegar a la marca de dicha leyenda. Hay imágenes de “King James” justo al enterarse de la noticia. Con lo rotos que estamos el resto de mundanos, imagínate él.

No te lo quieres creer, no estás preparado para escuchar que alguien de repente se vaya sin que te lo esperes. Duele el doble, se te queda cara de tonto, y el dolor se intensifica a medida que las noticias van saliendo. Al principio parece un rumor y estas esperando a que lo desmientan. Poco después llega la confirmación de la noticia, y al rato se sigue ampliando la tragedia. Ya son nueve personas las que han perdido la vida en el accidente, entre ellos su hija de trece años, una compañera de equipo y su padre. Los ocho integrantes más el piloto se dirigían hacia las instalaciones de la academia de baloncesto que él mismo fundó y entrenaba.
Esa es una de las piezas clave por las que es tan querido: el amor por lo suyo. Siempre ha demostrado un sentimiento incondicional por su familia, por los aficionados, por sus compañeros, amigos, otros deportistas, por su equipo y por el baloncesto. Un trabajador nato, que con sus actos ha dado ejemplo y ha creado simpatizantes por todo el mundo. De hecho, no conozco a nadie que de su boca saque una crítica a lo que ha sido su persona. Para uno de nuestros referentes en el deporte y en la sociedad, Pau Gasol, él era un amigo muy cercano, casi como un hermano. Para el resto de españoles, esa amistad se traduce automáticamente en simpatía hacia él, especialmente por un par de momentos que se me quedaran grabados de por vida.
Pau llega a Los Ángeles en el 2008 siendo uno de los traspasos más comentados del mercado. Tras la marcha de Shaquille O’Neal a Miami después de perder las finales del 2004, los Lakers se habían quedado sin una de sus dos estrellas. La relación entre ellos se había roto por una cuestión de ética de trabajo, de falta de esfuerzo y compromiso por parte de Shaq. El último anillo que habían ganado los Lakers había sido en 2002, y el equipo angelino quería volver a la senda del triunfo. Con Gasol se esperaba fortalecer el juego interior, y como factor inesperado también se fortalecieron los vínculos entre jugadores para crear un equipo bien cohesionado con el que enfrentarse y batir a plantillas de más talento, como aquellos Magic del 2009 y los Celtics del 2010.
Llegaron a la final ese mismo año que Pau se incorporó a la franquicia de California. Se enfrentaron a una plantilla inalcanzable con Rondo, Allen, Pierce y Garnett a la que no pudieron sobrepasar ese año. Sin embargo, repitieron final otros dos años consecutivos y levantaron el anillo ambas veces, pasando por encima de Orlando y ganando una de las mejores finales de la historia contra aquellos inalcanzables chicos de Boston. He dicho levantaron cuando debería haber dicho levantamos. El primer anillo de un jugador español en la NBA lo consiguió él, siendo el líder en anotación de su equipo en los cinco partidos que se jugaron de la serie. A pesar de eso, no presumió de su proeza ni de sus números. Lo primero que dijo fue que la aportación de Pau fue fundamental tanto en la pista como fuera de ella para haber ganado.

Durante esa época dorada de Gasol en América también experimentamos un crecimiento enorme en el baloncesto nacional, con la aparición de una generación de jugadores que nunca antes habíamos tenido, la ÑBA. Veníamos de ganar un mundial en 2006 y nos adentrábamos en los Juegos Olímpicos de Pekín dos años después con la esperanza de hacernos con una medalla. España fue plantando cara a rivales muy serios y fue avanzando triunfalmente hasta la final, donde se encontraría con Estados Unidos, la favorita. No nos daban ninguna opción de pelear por el oro, y realmente no pudimos contra una plantilla repleta de los mejores jugadores del planeta, pero jugamos de tal manera que nos ganamos el respeto de todo aquel equipo, con él a la cabeza. Fue el primero en ir uno a uno a felicitar a todos los integrantes de la selección española, empezando por su amigo Pau, demostrándoles la gran admiración y respeto por el partido y el nivel al que había llegado España, capaz de hacer sudar a esa segunda versión del Dream Team, cosa que ninguna otra selección pudo hacer en ese torneo. Lo más mágico de todo fue ver como el resto, al verle acercarse a felicitar a los españoles, dejaron de celebrar su oro y le siguieron. Lo mismo pasó en Londres 2012 cuando ambas selecciones se volvieron a enfrentar en otra final antológica. Así de grande era ya entonces que podía influir de tal manera en el comportamiento de sus compañeros superestrellas.
Ese es mi espacio dedicado a la persona. Un grandísimo ser humano que usó su fama para mostrar valores y educación, sabiendo la responsabilidad que supone ser una imagen del deporte mundial. Y este va a ser mi espacio dedicado al jugador. Mi mejor recuerdo de él fue su partido de despedida. Se retiraba en su temporada número 20, en su casa, con un Staples Center lleno y preparado para homenajear a un icono de la franquicia. Suena todo muy bonito, pero hasta ese día la temporada para él fue una tortura. Arrastraba lesiones de rodilla, hombro y del tendón de Aquiles que le habían lastrado durante los últimos años. Ese declive físico le había forzado a tomar la decisión de dejar el baloncesto ese mismo año, y la última temporada vino acompañada del peor registro personal de anotación y porcentaje de tiro de su carrera. La crítica estaba siendo feroz y la gente tenía motivos para dudar de su rendimiento, pero ese día volvió a brillar. En el primer cuarto ya llevaba 15 puntos y al descanso llegó a 22, con un 7-19 en tiros de campo. Son muchos tiros, pero era su última noche. Es más, Michael Jordan acabó con 15 puntos en su última aparición. Tras el descanso afinó la puntería. 7-13 con varios triples y tiros en suspensión marca de la casa, centrado en afrontar sus últimos doce minutos de gloria. Los Lakers llegaron a ir perdiendo de catorce en el cuarto, y apareció él. A falta de tres minutos para el final y con una renta de ocho abajo, anotó otros 15 puntos para sumar un total de 23 en el periodo y 60 en el partido. Victoria con remontada en los últimos minutos del partido, siendo decisivo en esos últimos coletazos de su trayectoria deportiva y dejando una de sus mejores actuaciones para despedirse.

Aquella noche me emocionó. Ya me gustaba el baloncesto, pero consiguió darle un toque especial para conseguir que me enamorara del deporte y que a día de hoy sea una de las razones por las que escribo de él y de tantos otros eventos y disciplinas deportivas. Lo ha ganado todo y aún se discute su ranking entre los mejores jugadores de la NBA de la historia. Para casi todos está entre los 10 primeros, para bastantes en el top 3, y para unos pocos es el mejor. Yo no sabría catalogarlo, y menos un día como hoy, pero voy a dejar algunos de sus logros para que el resto valoréis. Campeón de la NBA en 5 ocasiones, 2 veces nombrado mejor jugador de las finales, jugador de la temporada en 2008, 18 participaciones en el All-Star Weekend y 4 premios al mejor jugador del partido de las estrellas, 2 veces máximo anotador de la temporada regular, campeón del concurso de mates de 1997, 2 veces oro olímpico, segundo récord de anotación en un partido con 81 puntos, líder histórico de los Ángeles Lakers en puntos, robos, partidos jugados y triples anotados…
Este es el legado que nos ha dejado antes de irse. Él, con una sonrisa eterna en su cara; y nosotros ahora, con un mar de lágrimas en las nuestras. Ayer no era día para jugar al baloncesto, por mucho homenaje que se hiciera en todas las pistas de Estados Unidos. Prácticamente la totalidad de jugadores que actualmente están en activo en la liga han jugado con él o contra él alguna vez, y los que no, han crecido con él. Había personas vestidas de corto, de cara a las cámaras y a los espectadores que no estaban en condiciones de jugar. Sentimos que nos han quitado una parte de nuestra vida, para algunos más grande y para otros menos. Es normal que estemos afectados en estos momentos, pero tenemos que quedarnos con todo lo bueno que nos ha regalado, y es mucho. A veces, los protagonistas de muertes tan relevantes se convierten en leyendas tras los acontecimientos de tales fatalidades. En este caso no es así. Él ya lo era mucho antes de que todo esto ocurriera; cuenta como prueba todo lo mencionado por mí y por tantos otros que le admiraban. Mi dolor por la pérdida de todos los ocupantes de ese helicóptero, y en especial por un ídolo.
Hasta siempre, Kobe Bryant.






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