Parte 1: Iniesta de su vida
- Pablo Martínez Juberías

- May 7, 2020
- 4 min read
Con motivo del documental 'Andrés Iniesta, el héroe inesperado', publicado el pasado 23 de abril, me he visto arrastrado por mis propios sentimientos y emociones a escribir sobre el relato de uno de los mejores deportistas de la historia, que por fortuna es español. Advertencia: desde este momento va a haber referencias a anécdotas, frases e imágenes incluidas en el reportaje, y no querría destriparlo para quien no lo haya visto aún, porque realmente merece la pena.
De Iniesta se ha hablado muchas veces, pero he querido enfocarlo de otra manera. Esta primera entrega será una introspección a lo que el protagonista ha vivido, sentido y sido, desde que se encontró con el primero de sus amores, el balón, hasta el día de hoy.
Todo empieza como si se tratase de cualquier otro niño que ama su deporte. Horas incontables en el parque jugando, siendo feliz, con la única preocupación de que ese balón estuviera cerca. Con el tiempo, la habilidad crece y ese niño flaco y bajito destaca sobre el resto. El padre coge el coche y consigue que un club más grande, como en este caso el Albacete, le deje hacer una prueba en la que impresiona a todos por sus condiciones, con el añadido de que lo que hace es aún más sorprendente teniendo en cuenta su edad y físico.

Ese cambio provoca un sacrificio para el niño y su familia, que cada día recorren kilómetros por las carreteras del país con tal de cumplir el sueño de llegar a ser futbolista profesional. No tarda mucho en captar la atención de todos los que le ven jugar. Ese chico tiene algo especial, y lo demuestra a nivel nacional en varios torneos; Brunete como colofón. Se interesan varios equipos por él, entre ellos el Barcelona. A Andrés no le parece una buena idea al principio, pero la insistencia del padre recordando que esa pueda ser una oportunidad que no vuelva a llegar en el futuro le hace replantearse la decisión.
Su infancia, familia y recuerdos, se quedan en Fuentealbilla en contra de su felicidad. Pasa momentos muy malos desde la lejanía que solo consigue neutralizar jugando a fútbol. Guarda la angustia para sí mismo al sentirse perdido en un sitio desconocido y sin nadie en quien apoyarse, lo que a la larga le pasará factura. Sale adelante porque no le queda otra, y madura prematuramente con tal de alcanzar su ansiado sueño.
Un día lo consigue. Debuta con el Barça, juega con los mejores y le entrenan sus ídolos de la infancia. Se convierte en una pieza fundamental de ese equipo y en un icono futbolístico. Sin embargo, después de muchos éxitos deportivos, de enamorarse y crear una familia, cae estrepitosamente en una espiral depresiva derivada de lesiones y sucesos desafortunados, como la muerte de un amigo y compañero y la de un hijo en camino. Llega hasta el punto de, una noche, acabar pidiéndole a sus padres dormir con ellos. Ese Andrés ausente, dolido por dentro, no se parece nada al niño que iba al parque, pero sí tiene reminiscencias de una adolescencia marcada por el dolor.

La frase del padre a un amigo de Andrés es: "no puede ser que haya hecho feliz a toda su familia, a tantos amigos, y el único que realmente no es feliz sea él". Con ayuda profesional y con el apoyo que sus seres más queridos y cercanos querían devolverle, Iniesta fue encontrándose, incluso creando una versión mejorada de si mismo. Ya volvía a sentir que se acordaba de jugar como siempre lo había hecho, ya se abría emocionalmente al resto a pesar de tener esa personalidad tan introvertida y de haber estado usando solamente el deporte como medio para expresarse.
Un resurgimiento inesperado, superando lo que ya se había visto de él en el campo y recuperando la felicidad en el ámbito privado. Sigue su carrera ganando y convirtiéndose en el autor del gol más importante de la historia de su país. Lo celebra acordándose de su amigo fallecido al conseguir tal hazaña, en uno de los gestos más bonitos que se recuerdan y de más orgullo para todo el que lo viviera. Leyenda de su nación y equipo de toda la vida, del cual se marcha estando todavía en sus condiciones más óptimas y dejando una de las mejores actuaciones de su trayectoria.
Las lágrimas son inevitables cuando le aplauden en cada campo al ser sustituido. Sus últimos servicios a la comunidad suponen dejar atrás amigos, familia, el club de sus amores y el país que le vio convertirse en un fenómeno global. Como premisa fundamental, decide que su futuro está alejado de enfrentarse al Barcelona, y por eso pone rumbo a Asia, un traslado equivalente al que supuso en su momento despedirse de su Albacete natal, siempre salvando las distancias en cuanto a la magnitud de ambos sucesos y con la excepción de que esta vez no va sólo.

Japón, su nuevo hogar, le ha proporcionado aire con el que poder escapar del estrés que supone estar tantos años cumpliendo unas exigencias tan altas, y le ha ayudado a construir un enlace infranqueable con el segundo amor de su vida y las cuatro fierecillas que los acompañan, buscando ser tan felices como finalmente lo ha sido su padre.
El cuento de hadas que aún no ha llegado a su techo. La historia de una persona normal que se ponía nervioso y pesado con sus amigos cuando conoció a la que ahora es su mujer - y a la que aún le sigue escribiendo cartas -, con una familia normal con la que poder pasear libremente y encontrar la felicidad dentro de las cosas pequeñas de la vida, como la sonrisa de sus hijos al verle pescar.
Podríamos decir que, reemplazando el nombre Andrés Iniesta por el de cualquiera de nosotros, ésta podría ser nuestra historia. La suya se centra en el fútbol y es a una escala gigantesca, pero todos hemos pasado por momentos increíbles que seguimos recordando, y por dificultades que desearíamos olvidar, aunque son parte de lo que nos han llevado a donde estamos y a lo que somos. De tan simple y humilde, se convierte en extraordinaria, tanto la persona como la historia.
Eterno Iniesta.






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