Parte 2: Iniesta de nuestras vidas
- Pablo Martínez Juberías

- May 8, 2020
- 3 min read
Sigo sin poder reprimir la necesidad de hablar de su grandeza. Se merece una segunda parte, mucho más que mis ex... que la tuvieron. En el anterior artículo me propuse contar su vida conociendo todos los detalles de su periplo vital gracias al documental 'Andrés Iniesta - El héroe inesperado'. Esta vez el enfoque es diferente. Iniesta ha sido parte de nuestras vidas, a cada uno le ha influenciado de una manera y por diferentes razones.
Empiezo por los jóvenes futbolistas que buscan perseguir su mismo sueño. Iniesta es la fiel imagen de un jugador formado en una cantera, en este caso, en la mejor del país: la Masía. Llegado de una comunidad autónoma diferente como una de las jóvenes promesas que los ojeadores cazan en los torneos alrededor de la península, se fue haciendo un sitio en cada una de las categorías que pisaba, lideró a sus equipos a ganar campeonatos de prestigio y dio el salto a la élite uniéndose a un equipo de estrellas. El claro ejemplo de que se puede llegar.

Para los amantes del fútbol en general, Iniesta ha sido un mago. Luis Enrique le llamaba Harry Potter, otros tantos le comparaban con un bailarín y Eto'o reconoce que hasta Ronaldinho fallaba algún que otro control, pero él te controlaba hasta una lavadora que le tiraras. Sin embargo, la definición que más se acerca a lo que sentíamos al verle jugar es la que comenta Pep Guardiola. "Andrés esquiaba". El balón y él siempre juntos, deslizándose por el campo como si fueran uno, entendiendo siempre por donde le iban a venir y por donde iba a salir de tal entuerto. Una sencillez que se hace armoniosa.
Es el genio de las consagraciones deportivas. Sus goles han marcado un antes y un después en la historia, tanto personal, como del club o de la selección. El primero en la Nike Cup, donde marcó el gol de oro de la final y se encontró por primera vez con Guardiola al recibir el trofeo al mejor jugador del torneo. El segundo, el mítico Iniestazo, en la vuelta de semifinales de la Champions League. Un disparo infravalorado en cuanto a la técnica, en el descuento, cuando el Barça estaba eliminado, y que dio pie a uno de los primeros títulos de la época dorada del club, considerado uno de los mejores equipos de todos los tiempos, si no el mejor. El tercero, el gol más gritado en España y el único que recordamos que pasara a cámara lenta. En el inicio de la jugada da un taconazo y cuando le vuelve a caer se encarga de que todos sepan quienes son esos bajitos que van de rojo, nos hace campeones del mundo y nos recuerda que Jarque siempre estará con nosotros. Y el cuarto es en su último partido de azulgrana. El capitán general que cierra una etapa de leyenda con todos los estadios rendidos a sus pies para despedirse de él.

Que no habrá significado para los suyos, que hasta su abuelo colecciona innumerables recuerdos colgados de las paredes de una habitación, que hasta ha sido importante para otras tantas familias que empezaron a crearse a raíz de sus goles. El de Stanford Bridge supuso un incremento del 16% de la natalidad en Barcelona a los nueve meses, y la misma situación se dio en el resto del país con el de Johannesburgo.
Nos deja hijos, exhibiciones en el campo recompensadas con ovaciones cerradas a su paso, el reconocimiento de los más grandes del fútbol, gestos de grandeza, decenas de fotos rodeado de hasta siete contrarios y croquetas mejores que las de mi abuela. Aun no me creo que este tío haya acabado su carrera profesional en la élite sin un mísero balón de oro. Será porque le estarán guardando un Nobel.
Eterno Iniesta.






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