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Que bueno que viniste, Robert

  • Writer: Pablo Martínez Juberías
    Pablo Martínez Juberías
  • Sep 6, 2019
  • 3 min read

Sin duda, una decisión difícil para la Real Federación Española de Fútbol en su momento cuando tuvo que plantearse como afrontar la triste marcha de Luis Enrique cuando estaba al frente del combinado nacional. Más triste es ahora, sabiendo que la causa era la enfermedad que le ha costado la vida a su hija. Terrorífico.


Luis Rubiales y compañía apostaron por la continuidad de un proyecto aunque eso suponía nombrar a un entrenador sin experiencia ni popularidad en el país como seleccionador nacional, y después de los años que llevábamos de fracasos e incertidumbre en la selección… Cuanto menos un riesgo, otro más.


Puede que fuera el único momento en el que se daban las circunstancias idóneas para tomar la decisión. El ex seleccionador confiaba en Robert Moreno y su deseo era que él cogiera las riendas del equipo en su ausencia. Además, si el proyecto volvía a fracasar, mucha gente diría que tenemos una de las plantillas menos ilusionantes y de peor nivel de los últimos años, y que por lo tanto entra dentro de lo normal el descalabro y quedaría exento de culpa. Por unos motivos o por otros se le eligió, y ha sido y es digno de elogio su labor.


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Lo primero, nunca olvidarse de donde viene. Luis Enrique fue el hombre que confió en él y al que se lo debe casi todo, o así lo piensa Moreno. Pasando por Roma, Vigo y Barcelona, Luis siempre ha querido tener a Robert a su lado, de ahí la confianza del asturiano de saber que está preparado para coger su relevo.


Lo segundo, la confianza en uno mismo. Daba igual cuantos pusieran en duda sus capacidades para dirigir a esta selección, él sabía que es muy válido y sólo le quedaba demostrarlo. Trabajo, compostura, y concentración en los objetivos que él mismo se puso desde su nombramiento al cargo.


Por último, hacerse respetar. Ha convencido a la gran mayoría, a muchos incluso antes de que finalmente llegara su debut. Transmite fantásticamente sus ideas, crea simpatía con tan solo escucharle, embauca al aficionado y, como hemos visto hoy, pone las orejas tiesas a los jugadores.


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De los partidos más serios que ha jugado España en los últimos años. Dos faltas de concentración en un minuto agónico ya en el descuento han sido lo único reprochable del partido. ¿El resultado? Engañoso. Si la primera parte no ha acabado en goleada es por un milagro, que tiene nombre y apellido: Ciprian Anton Tatarusanu. Mucha verticalidad, presión tras pérdida alta, repliegue rápido en defensa a las contras de Rumanía, versatilidad de juego por bandas y por dentro, mezcla de juventud con experiencia… Una serie de identificadores del estilo que quiere implantar Robert Moreno, que obviamente aun necesitan perfeccionarse.


Los jugadores han respondido a sus exigencias, porque el seleccionador les exige. Tan simple como suena. Todos saben que no se casa con nadie. Les ha demostrado que no tiene nada que perder, y esa personalidad alerta y motiva a cada individuo y hace más fuerte y competitivo al grupo.


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El dúo de ex béticos campeones sub21, Fabián y Ceballos, una delicia. Lo de Navas no tiene explicación, inconmensurable el nivel que ha demostrado. Tendrá 80 años y seguirá corriendo así. Llorente impoluto, hasta en la roja. Que malo es Aytekin. El resto, al servicio del equipo y con buenas aportaciones, salvo Rodrigo. Hoy no ha estado, habrá días mejores. De Rumanía hay que echarle un ojo a los dos jovencitos que también lideraron a la sub21 en la Euro, Hagi y Puscas.


Si Luis Enrique decide volver, tendremos dos magníficos profesionales que se merecen estar al frente del equipo nacional. Mientras tanto, hay seleccionador para rato. Estos tres puntitos, para Xana.

 
 
 

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